Ethereum sigue siendo la cadena de bloques más importante jamás construida. Introdujo el dinero programable, ancló el sector de las finanzas descentralizadas (DeFi) y sirve como el lugar principal para los contratos inteligentes más seguros del mundo.
Según medidas heredadas, su dominio es indiscutible porque posee el ecosistema de desarrolladores más profundo, el mayor conjunto de capital bloqueado y desempeña un papel central en la liquidación de monedas estables reguladas.
Sin embargo, la irrelevancia tecnológica rara vez llega como un colapso repentino. Se infiltra silenciosamente, enmascarado por métricas que describen dónde ha estado el mercado en lugar de hacia dónde se dirige.
La frase “todavía tenemos TVL” (valor total bloqueado) se ha convertido en una abreviatura de esta tensión entre los conocedores de Ethereum. Si bien TVL históricamente definió el éxito, mide cada vez más los activos que están estacionados como garantía en lugar de capital en movimiento.
La preocupación que ahora surge es que el ecosistema se apoya en estas métricas heredadas mientras la velocidad real del dinero se desplaza hacia otra parte. Si esa distinción importa para 2030 es ahora la cuestión central de la industria.
La divergencia de datos
La narrativa del “cambio de opinión” ha regresado, pero esta vez está impulsada por la actividad más que por la capitalización de mercado. Los datos pintan un crudo panorama de divergencia.
Según Nansen, los ingresos anualizados de Ethereum han caído aproximadamente un 76% año tras año a unos 604 millones de dólares.
La caída se produce tras la actualización de la red Dencun y Fusaka, que redujo drásticamente las tarifas pagadas por las redes de Capa 2.
Por el contrario, Solana generó aproximadamente 657 millones de dólares durante el mismo período, mientras que TRON capturó casi 601 millones de dólares, impulsado casi en su totalidad por la velocidad de las monedas estables en los mercados emergentes.
La división es aún más marcada cuando se ve a través de la lente de los datos de Artemis, que capturan el comportamiento del usuario en lugar de solo la profundidad del capital. En 2025, Solana procesó aproximadamente 98 millones de usuarios activos mensuales y 34 mil millones de transacciones, superando a Ethereum en casi todas las categorías de alta frecuencia.
Alex Svanevik, director ejecutivo de Nansen, señala que descartar estas métricas fomenta una complacencia peligrosa. Advirtió que Ethereum “debe estar paranoico” con respecto a los datos desfavorables, incluso si el TVL sigue siendo alto.
En su opinión, el desafío no es solo la competencia, sino también la tentación de defender el liderazgo mediante el uso de indicadores que se vuelven menos relevantes a medida que cambian los principales casos de uso de las criptomonedas.
Sin embargo, un examen crítico requiere matices. Si bien los números de Artemis muestran que Solana gana la “guerra del volumen”, Ethereum está librando una batalla diferente: la guerra por la densidad económica.
Una parte importante de los 34 mil millones de transacciones de Solana consisten en robots de arbitraje y mensajes de consenso. Esta actividad genera un volumen sustancial pero podría decirse que ofrece menos valor económico por byte que los flujos de liquidación de mayor riesgo de Ethereum.
Como resultado, el mercado se está bifurcando efectivamente, con Solana convirtiéndose en el “NASDAQ” de ejecución de alta velocidad, mientras que Ethereum sigue siendo el “FedWire” de liquidación final.
La crisis de urgencia
Sin embargo, explicar la competencia como “spam” corre el riesgo de pasar por alto el cambio cultural más profundo. La amenaza para Ethereum no es sólo que los usuarios se estén yendo, sino que la urgencia de conservarlos se perdió hace años.
Kyle Samani, socio director de Multicoin Capital, cristalizó este sentimiento en una reflexión sobre su salida del ecosistema.
Señaló que su condena por ETH se rompió en Devcon3 en Cancún en noviembre de 2017. Señaló:
“ETH era en ese momento el activo más rápido en la historia de la humanidad en alcanzar una capitalización de mercado de $100 mil millones. Las tarifas del gas se estaban disparando. Había una clara necesidad de escalar lo antes posible. Nunca ha habido urgencia”.
Esta observación de que la plataforma carecía de la velocidad necesaria en “tiempos de guerra” para lograr una adopción masiva enmarca el riesgo actual de “MySpace”. MySpace no desapareció porque careciera de usuarios; perdió primacía cuando la participación pasó a plataformas que ofrecían una experiencia más fluida.
Para Ethereum, se suponía que esta “experiencia fluida” sería brindada por paquetes acumulativos de Capa 2 (L2) como Base, Arbitrum y Optimism.
Si bien esto ha logrado reducir las tarifas, esta hoja de ruta “modular” ha creado una experiencia de usuario fragmentada.
Además, a medida que la liquidez se distribuye entre acumulaciones inconexas y los L2 pagan un “alquiler” significativamente menor a Ethereum por el almacenamiento de datos, el vínculo económico directo entre la actividad del usuario y la acumulación de valor de ETH se ha debilitado.
El riesgo es que Ethereum siga siendo la capa base segura, pero los márgenes de beneficio y la lealtad a la marca recaen enteramente en los L2 superiores.
El giro hacia el aceleracionismo
En ese contexto, la Fundación Ethereum ha comenzado a ajustar su postura operativa.
El énfasis de larga data en la “osificación” del protocolo, la idea de que Ethereum debería cambiar lo menos posible, se ha suavizado desde principios de 2025, a medida que las prioridades de desarrollo se han desplazado hacia una iteración más rápida y mejoras de rendimiento.
Un liderazgo significativo consolidó este cambio en la reestructuración. El nombramiento de Tomasz Stańczak, fundador de la firma de ingeniería de clientes Nethermind, junto con Hsiao-Wei Wang como director ejecutivo, marcó un paso hacia la urgencia de la ingeniería.
La manifestación técnica de este nuevo liderazgo es la actualización de Pectra y Fusaka enviada este año.
Al mismo tiempo, la hoja de ruta “Beam Chain”, defendida por el investigador de EF Justin Drake, propone una revisión masiva de la capa de consenso, apuntando a tiempos de ranura de 4 segundos y finalidad de una sola ranura.
Esto sugiere que Ethereum finalmente está intentando responder la pregunta de escala en la capa principal. El objetivo es competir directamente con el desempeño de cadenas integradas como Solana sin sacrificar la descentralización que convierte a ETH en un activo colateral impecable.
Esto representa una apuesta de alto riesgo al tratar de mejorar una red de 400 mil millones de dólares en vuelo. Sin embargo, los dirigentes parecen haber calculado que el riesgo de fracaso en la ejecución es ahora menor que el riesgo de estancamiento del mercado.
El veredicto final
La defensa de “todavía tenemos TVL” es una manta de comodidad que mira hacia atrás. En los mercados financieros, la liquidez es mercenaria. Se queda donde mejor se le trata.
El argumento alcista de Ethereum sigue siendo creíble, pero depende de la ejecución. Si las actualizaciones de la “Beam Chain” se pueden implementar rápidamente y el ecosistema L2 puede resolver sus problemas de fragmentación para presentar un frente unificado, Ethereum puede consolidar su posición como la capa de liquidación global.
Sin embargo, si el uso continúa aumentando en las cadenas de alta velocidad mientras Ethereum depende únicamente de su papel como almacén de garantías, se enfrenta a un futuro en el que será sistémicamente importante pero comercialmente secundario.
Para 2030, es probable que al mercado le importe menos la “historia” de los contratos inteligentes y más la infraestructura invisible y sin fricciones.
Por lo tanto, los próximos años probarán si Ethereum puede seguir siendo la opción predeterminada para esa infraestructura, o simplemente un componente especializado de la misma.


