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A pesar de toda su velocidad y rendimiento, Solana siempre ha luchado con el hecho de que la tecnología que impulsa su rendimiento también estaba limitando su potencial.
La prueba de historia, el reloj criptográfico que ayudó a diferenciar a Solana de otras blockchains, le dio a la red una forma única de ordenar eventos antes del consenso. Sin embargo, nunca resolvió el consenso en sí.
En cambio, Poh tuvo que emparejarse con Tower BFT, un mecanismo bizantino tolerante a fallas en capas sobre la corriente de bloque de Solana. Funcionó, pero era complejo, difícil de optimizar y cada vez más superado por las ambiciones de la red y sus constructores.
La semana pasada, Solana anunció una propuesta para atacar tanto la prueba de historia como la Tower BFT a favor de algo nuevo: Alpenglow.
Alpenglow es una reinvención estructural de cómo fluyen el tiempo, el consenso y los datos a través de la red. Desarrollado por ANZA, un equipo de ingeniería central salió de Solana Labs, Alpenglow elimina por completo las innovaciones inherentes a la prueba de historia.
Está introduciendo un marco de consenso simplificado que colapsa la secuenciación, la votación y el bloqueo de la finalidad en un solo diseño integrado.
El gran titular llamativo aquí es que estamos analizando la finalidad global en menos de 150 milisegundos, aunque su kilometraje puede variar, según las condiciones de la red, la participación del validador, etc., etc.
El problema no era que Poh fuera defectuoso, sino que tenía que emparejarse con capas de coordinación para finalizar los bloques. POH secuenció eventos con una función de retraso verificable, produciendo un libro de tiempo que los validadores podrían usar para acordar el orden.
Sin embargo, esa secuencia aún tenía que ser votada, y aún tenía que ser finalizada y confirmada. Y en un mundo donde Solana ya estaba empujando los tiempos de bloqueo de 400 ms, la finalidad (no la velocidad de producción) se convirtió en el gran cuello de botella de la red.
Tower BFT tardó 12.8 segundos en finalizar un bloque. Para enmascarar ese retraso, Solana introdujo “confirmaciones optimistas”, dando a DAPPS una garantía probabilística de finalidad. Pero no fue suficiente. La finalidad realmente, realmente necesita coincidir con la producción.
Con ese fin, Alpenglow presenta dos componentes centrales: votante y rotor.
El votante es el nuevo motor de finalidad, capaz de llegar a un consenso en una o dos rondas de votación. Si el 80% de la participación está en línea, la finalidad se puede lograr en una sola ronda. Si solo el 60% responde, se vuelve a un segundo. Ambas rutas se ejecutan simultáneamente, y lo que complete primero gane.
Mientras tanto, Rotor vuelve a trabajar cómo los datos se extienden a través de la red. Construido como un refinamiento del protocolo de turbina de Solana, el rotor reemplaza el árbol en capas de la turbina con una sola estructura de relé plano. Aprovecha la codificación de borrado y la asignación de retransmisión determinista a datos de transmisión con lúpulos mínimos y ancho de banda máximo.
Es tan rápido que la velocidad de la luz, el retraso geográfico literal entre los nodos, se convierte en el límite principal. ¿Qué, si eres como yo, te hiciste “1.21 Jigawatts?
El resultado es un protocolo donde la finalidad es tan instantánea como cualquiera podría haber soñado. En las bolas de prueba simuladas con Zurich como nodo de referencia, el 65% de la participación de Solana alcanzó la notarización en menos de 50 ms. La finalidad completa aterrizó a 150 ms mediana, a veces tan bajo como 100 ms.
Esta no es una ilusión de latencia. No hay terreno medio probabilístico. Este es un verdadero consenso criptográfico verificable, más rápido que la mayoría de las API Web2.
E incluso en condiciones adversas, el alpenglow permanece rectificante. Su modelo de resiliencia “20+20” puede tolerar el 20% de la estaca adversa y el 20% de la estaca no respondida al tiempo que aún alcanza el consenso.